El reciente asesinato de José Edgar Méndez, otro firmante del acuerdo de paz en Colombia, ha conmocionado a la sociedad colombiana y ha vuelto a poner en entredicho el compromiso del Estado en la implementación de lo acordado. Este acto violento se suma a una larga lista de víctimas que han sido silenciadas por la violencia en el país.

El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) de Colombia ha sido el encargado de denunciar la situación y, aunque es difícil encontrar palabras para describir la crueldad de estos hechos, la realidad es que en Colombia la violencia sigue siendo una amenaza latente para quienes han apostado por la paz.

El asesinato de Méndez no solo representa la pérdida de una vida humana, sino que también significa un retroceso en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Su labor en la protección del Colectivo de la cooperativa Multiactiva de Ecomun de Caloto Cauca, es solo un ejemplo de la valentía y el compromiso que muchos colombianos han asumido en la defensa de sus derechos y en la búsqueda de una paz duradera.

El hecho de que Méndez fuera un firmante del acuerdo de paz solo evidencia la fragilidad del proceso de paz en Colombia. A pesar de los avances, la implementación del acuerdo ha sido lenta y desigual, y los desafíos que enfrenta el país son enormes. La violencia, la pobreza, la corrupción, la falta de oportunidades y la ausencia del Estado en algunas regiones del país, son solo algunos de los obstáculos que deben ser superados para lograr una paz sostenible.

La Asociación Comunitaria Los Cimarrones de Guachené, ha expresado su dolor y solidaridad con los familiares de Méndez y ha reiterado su compromiso en la lucha por la supervivencia de la comunidad negra en los territorios que ancestralmente han habitado. Estos grupos han sido históricamente marginados y excluidos en Colombia, y aunque la firma del acuerdo de paz fue un paso importante en su reconocimiento, la realidad es que aún hay mucho por hacer.

El Gobierno colombiano debe asumir su responsabilidad en la protección de los firmantes del acuerdo de paz y de los líderes sociales que están siendo asesinados en el país. Es necesario que se adopten medidas concretas para garantizar su seguridad y para asegurar la implementación efectiva del acuerdo de paz. Además, es fundamental que se fomente un diálogo constructivo y se promueva la reconciliación y la convivencia pacífica en las comunidades.

En Colombia la paz sigue siendo una meta lejana, pero no imposible. Es necesario que la sociedad colombiana y el Estado trabajen juntos para superar los obstáculos que se presenten en el camino hacia una paz sostenible y duradera. Solo así se podrán honrar las vidas de aquellos que han sido víctimas de la violencia y se podrá construir un futuro más justo y equitativo para todos los colombianos.

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